Pese a estar ante un título de 1991, puede presumir sin problemas de haber aguantado bastante bien el paso de los años, ya que en algunos aspectos, estuvo un poco adelantado a su tiempo. Incluso está considerado como el precursor de ‘Dungeons & Dragons: Tower of Doom’ y ‘Dungeons & Dragons: Shadow Over Mystara’, también de Capcom.
Así pues, ‘The King of Dragons’ nos presenta un plantel de luchadores muy variado, los cuales incluirán un cierto componente rolero. Nos encontramos con varios estilos de lucha diferenciados, algo habitual en los beat’em up: el luchador, el clérigo y el enano (muy buenos en el ataque cuerpo a cuerpo y con un escudo para cubrirse de los ataques enemigos), y un arquero y un mago (con una baja resistencia pero con un ataque poderoso). Todos ellos se completan con la posibilidad de mejorar las habilidades de cada personaje, aunque de manera muy simple. Según vamos eliminando enemigos y consiguiendo dinero, subimos de nivel, con lo que aumenta nuestra barra de salud. También podemos mejorar nuestras armas, al igual que el escudo. Visualmente no decepciona, ya que el aspecto del personaje irá cambiando a medida que las potenciemos.
El control es sencillo, tenemos un botón de ataque con el que podremos hacer un único ataque estando en el suelo, y otro en el aire, y un botón de salto. Al pulsar los dos a la vez, usaremos una magia, y ésta nos restará un poco de vida, al estilo Burning Fight. Lo llamativo viene con los escudos del luchador, el clérigo y el enano, ya que para cubrirnos tendremos que darle la espalda al enemigo en un momento determinado, lo cual ante ciertos enemigos se hace verdaderamente complicado. Desde luego que en la actualidad se hubiese optado por un tercer botón para esta función (incluso un cuarto botón para correr), pero teniendo en cuenta su año de lanzamiento, es algo que no se le puede reprochar, ya que aún quedaban muchos años de maduración del género.
El juego cuenta además con super ataques, materializados en forma de esferas mágicas que nos encontraremos en cada fase. Al descubrirlas, en cofres o por medio del enemigo, éstas levitarán sobre una zona concreta, y si nos acercamos a ellas podremos hacer que avancen o retrocedan. No podremos retrasar su uso, ya que al poco tiempo desaparecerán. Sus efectos siempre serán devastadores contra los enemigos normales: tormenta, fuego, ataque de meteoritos...
En modo cooperativo (dos jugadores) el juego gana muchos enteros, ya que al tener personajes tan dispares, cada jugador puede adoptar un rol durante la partida y de esta manera ser quien ataca, o bien ser quien defiende al luchador más poderoso.
La historia del juego es igualmente sencilla: una ciudad está amenazada por un malvado dragón rojo (Gildiss) y nosotros tendremos que “disuadirle” para así hacer que vuelva a reinar la armonía. Los enemigos en el juego son variados, aunque para nada originales: caballeros, magos, orcos, esqueletos, hombres lobo, lagartos, momias, arpías… Y nuevamente como en otros grandes títulos, nos encontramos el recurso de la repetición de sprites, apareciendo los mismos enemigos una fase tras otra cambiados de color, señal visual de que cada vez son más poderosos. Se trata de un recurso empleado infinidad de veces incluso en títulos bastante posteriores. Por desgracia los bosses también se repetirán, apareciendo incluso como semi bosses en una misma fase, cosa que hace que el interés por el juego en esos momentos caiga en el tedio. Aún así, veremos otros jefes espectaculares, como el propio dragón rojo, o la bella (y explotada en infinidad de títulos) hydra.
Curiosamente, el juego cuenta con un sistema de selección de personaje peculiar, al revés que en el resto de títulos, ya que tras pasar una zona se nos volverá a pedir que escojamos personaje, por si preferimos cambiar a otro más adecuado para la próxima zona en cuestión. Todos irán subiendo su experiencia según avancemos, y una vez dentro de una fase, aunque nos maten, no podremos cambiar hasta que no la superemos.
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