Se trata de una entrega más del título arcade original Mr. Do! (Universal, 1982), el cual contó con una buena acogida. Más de una década después, Visco nos obsequió con esta continuación que además, se convertiría en la mejor versión de todas cuantas dio esta franquicia, las cuales no fueron pocas: Mr. Do's Castle en 1983, Mr. Do 's Wild Ride y Do! Run Run en 1984, todas para el panorama arcade, adaptaciones a SNES, Game Boy... la lista es muy extensa. Para todos aquellos que no conocieron el juego del '82, decir que controlábamos a un payaso que debía recolectar cerezas. Además, podíamos recolectar las letras de la palabra EXTRA para poder ganar bonificaciones. Las fases estaban pobladas de enemigos a los que debíamos evitar o aniquilar, en un sistema de “gravedad” que se pudieron ver en otros juegos de los '80, como Dig Dug (Namco, 1982) o Boulder Dash (First Star Software, 1983), juego que por cierto, serviría de idea base para la creación del atípico homebrew Diggerman, para Neo Geo.

A diferencia de tantos y tantos ports que se limitaban a trasladar el aspecto y características de los originales a otros sistemas, en esta ocasión Visco nos presenta un juego sumamente evolucionado respecto a aquel. A pesar de un aspecto mucho más actual, sigue manteniendo el sistema jugable, muy sencillo a la vez que adictivo. En definitiva, está pensado especialmente para aquellos aficionados a este tipo de género, pues el resto lo podrá encontrar algo tedioso.

Aunque no sea una comparación justa, debemos comenzar diciendo que la evolución gráfica que ha experimentado esta entrega respecto de la estética y diseño de la primera parte, es abrumadora. Es cierto que nada menos que catorce años de diferencia hace que cualquier nueva entrega sea cuanto menos, mejor que la original, pero en este caso se consigue sin perder un ápice de aire retro que tanto caracteriza al primer Mr. Do!

El equilibrio alcanzado no es tarea fácil, pues tanto los colores empleados, los sprites o los backgrounds, están pensados para ofrecer una experiencia de juego que rebose alegría, no olvidemos que nuestro protagonista es un payaso y por tanto, sus acciones tienen que divertirr. En este sentido, el componente cómico tiene mucha importancia, al igual que el uso de una paleta de colores muy vivos, pero sin resultar recargado, al contrario. El género es el que es, y habiendo seguido esa sencillez visual en cada fase, hace que se distinga ese aire retro que comentábamos anteriormente.

Lo más destacable es la temática asociada a cada conjunto de fases, o “mundos”, la cual tendrá una ambientación que se sostiene a lo largo de su extensión. En este sentido, durante la partida llegaremos al mundo de lo que podría calificarse de antiguo Egipto pues bien, tanto los colores utilizados como los sprites u objetos (antorchas con llamas azules, momias, calaveras...) nos recordarán en todo momento esa temática.

El apartado sonoro es muy similar al original, pues las melodías siguen un estilo que cabalga entre lo cómico y la música de circo, en el sentido amplio. No va a ganar ningún concurso de calidad, eso desde luego, pero teniendo en cuenta el aspecto visual, este tipo de música es apropiada, quedando un conjunto muy sólido.

Tal vez el punto negativo que debamos destacar es que, al igual que ocurriera en Mr. Do!, si jugamos demasiadas partidas seguidas, acabaremos pensando en bajar el volumen, pues las melodías son muy repetitivas.

Parte de una fórmula que ya funcionó a principio de los 80. Neo Mr. Do! coge de su antecesor la sencilla jugabilidad, y manteniéndola intacta, hace que nos pasemos horas frente a la pantalla, especialmente si lo entendemos como lo que es y no otra cosa: un juego sin más objetivo que el de entretener.

La jugabilidad es bien parecida a Dig Dug. Controlamos a un payaso el cual se moverá libremente por una pantalla, siendo nuestro objetivo la recolección de frutos que irán cambiando a medida que avancemos. Cuando recolectemos todos los frutos, los cuales encontraremos en grupos de ocho, pasaremos a la siguiente fase. Los enemigos de la pantalla nos irán siguiendo intermitentemente, llegando incluso a acorralarnos si no somos lo suficientemente precavidos. A dichos enemigos se les puede esquivar, pero también matar de varias formas. La primera es mediante aplastamiento, si les tiramos objetos que pueden caer encima suyo, si abrimos camino por debajo. La segunda opción supone lanzarle bolas que también podemos ir sumando si accionamos unos ítems que encontramos en cada fase.

También podremos activar una zona la cual liberará las letras EXTRA. Si logramos recopilarlas todas antes de recolectar el último fruto, entonces podremos acceder a una fase oculta cada vez, la cual consiste en encontrar la salida en un mapa laberíntico en donde deberemos abrirnos paso destruyendo manzanas que taponan el camino de salida. La recompensa, vidas extra...

La dificultad no es ni mucho menos tan alta como la que solemos ver en otros títulos. Una vez hemos completado varias fases, se acaba conociendo a la perfección los movimientos y controles de nuestro protagonista, siendo entonces sumamente fácil esquivar enemigos para de este modo pasar al siguiente nivel. La duración es otro de los problemas que encontramos, pues si en otras plataformas algunos ports han llegado a tener hasta 100 fases, en el título que nos ocupa tan sólo tendremos 30, demasiado escaso.

Neo Mr. Do! no se creó para demostrar hasta dónde llegan las virtudes del hardware del sistema Neo Geo, nada más lejos de la realidad. Neo Mr. Do! es sencillo como pocos, cuyo atractivo no serán unos gráficos o sonidos impresionantes, al contrario, puede parecernos incluso demasiado escaso en efectos o recursos.

Sin embargo, si somos de los que se divierten con este género, habrá que tener en cuenta que está pensado para gustar a este público tan concreto, ofreciendo innumerables partidas cargadas de entretenimiento del arcade más clásico. Lástima que tan pocas fases haga que no podamos disfrutar tanto como nos gustaría.

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