css Zen Garden

En 1994, la compañía Face nos presentaba este original título, el cual precisamente ha pasado a la historia como quizás el juego de puzzles del catálogo más extraño de cuantos se programaron para el sistema.

Su jugabilidad será en cierto modo parecido a la de otros al estilo Columns (Sega, 1990), en los cuales debíamos unir piezas con el mismo color. En Gururin el objetivo es más bizarro, pues veremos a gente caer desde lo alto, vestida con ropas de colores diferentes.

Tenemos que juzgar el apartado gráfico teniendo en cuenta el género, pues un título de puzzles prácticamente nunca va a poner al hardware en serios aprietos. Tiene unos gráficos ciertamente sosos, aunque no por ello desentonan demasiado. Podemos apreciar los detalles de los bordes del área de juego, entre lo medieval y lo fantástico, así como los de las personas que van cayendo, con un estilo a lo Playmobil bastante acentuado. Los escenarios son un punto a tratar aparte, ya que además de la simpleza antes mencionada, la psicodelia estará a la orden del día, materializada en una serie de figuras con un diseño más o menos acertado y que nos sorprenderán a medida que vayan apareciendo: unos labios, peces, gente-gato y lindezas por el estilo.

Dicho esto, está claro que sus escasos 40 megabits no van a forzar al hardware ni veremos espectaculares efectos durante la partida, pero este género es lo que tiene, y si nos tomamos el juego como un curioso experimento que nos propone otra manera de resolver puzzles, entonces no encontraremos nada fuera de lugar.

Totalmente decepcionante, las músicas son el aspecto más descuidado, con mucha diferencia. Los sonidos que escucharemos podrían englobarse en parte entre los midis más ochenteros y los samples propios de un mal juego de 8 bits, pero nunca pertenecientes a Neo Geo. Tal es su mala calidad, que ni siquiera los instrumentos que suenan acaban encajando en una melodía la cual parece haber sido compuesta al azar, sin armonía. Difícilmente vamos a poder jugar varias partidas seguidas sin acabar bajando el volumen de la tele o simplemente, apagando la consola ante tal desorden musical.

Los efectos son muy pocos, y los que escucharemos no parece pertenecer a la generación de 16 bits: sonidos de rotación del área de juego, de la gente caer y de éstos al tocar tierra, será prácticamente lo único que compone los FX.

Debemos hacer coincidir a tres personas seguidas con el mismo color de ropa, para que desaparezcan. Sin embargo, a diferencia de los puzzles más clásicos, esto no lo conseguiremos haciéndoles rotar hasta conseguir esa coincidencia, sino que lo que deberemos hacer es rotar un cuadrado que engloba el área de juego, reconfigurando en cada rotación a la gente allí presente.

Así pues, controlaremos a la gente que cae mediante el movimiento del joystick, para intentar conseguir encadenamientos de colores. Una vez ha caído el grupo de gente, tendremos un par de segundos para poder rotar el área de juego, luego hay que actuar con rapidez. En ocasiones, aparecerá una flecha que nos indicará en qué sentido tenemos que rotar el cuadrado para poder encadenar un grupo de gente vestidas del mismo color, lo cual acaba siendo de mucha ayuda.

Sin embargo, al fin y al cabo todo se resume en que se va acumulando tal cantidad de gente que al seguir la partida, se acumulan igualmente las posibilidades de combinaciones diferentes, y lo que en principio iba a ser hacer rotaciones de vez en cuando en caso de necesidad, se acaba convirtiendo en un giro continuo de dicha área al azar, para probar si conseguimos alguna combinación que no se nos había pasado por la cabeza. Así pues, la estrategia a seguir es la de pulsar un botón sin pensar previamente en las consecuencias, y eso en un puzzle es algo que nunca debería pasar.

La dificultad irá en aumento, basándose en pequeños cambios en los sprites de la gente que va cayendo. En este sentido, comenzarán a caer personas con las manos extendidas que impedirán unirse libremente a otras personas de ese color a no ser que acertemos el lado concreto que no tiene ningún impedimento. Gururin no es fácil, pues necesitará de toda nuestra atención para poder conseguir los encadenamientos de colores.

Se permite dos jugadores simultáneos o bien un jugador contra la máquina. Siguiendo con lo psicodélico de su apartado gráfico, podremos medirnos contra rivales tan extraños como un niño insectoide llorón, un cerdo carnicero, una tortuga académica, una ardilla borracha... En este sentido la creatividad de Face no tuvo límites.

La dificultad es un punto que descompensa las pocas virtudes que nos puede llegar a ofrecer, y es que tras varios intentos, el jugador más que tomarse el título como un interesante reto a superar, acabará frustrado y sin demasiadas ganas de seguir probando suerte. Porque a fin de cuentas eso es lo que se desprende de su jugabilidad, tan complicada.

Se trata de una buena idea a la hora de aportar algo nuevo al género de puzzles, pero la dificultad a fin de cuentas nos hará pensar que si existen otras alternativas, y muy buenas por cierto, para qué vamos a perder tiempo en él.

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